Cristianos a pesar de sus familiares

Los cristianos perseguidos, en su mayoría de casos, tienen que rezar y reunirse a escondidas de las fuerzas de seguridad y de los Gobiernos del propio país en el que viven pero hay situaciones más extremas y en otras ocasiones, también tienen que esconderse de sus propios familiares. Ese es el caso de dos hermanas: Shani de 21 años y Sasha de 16, dos jóvenes cristianas convertidas del hinduismo. Ellas y su madre conocieron a Jesús hace unos cuatro años. Ahora, aman a Jesús y van a la iglesia todos los domingos.  Cuando estas hermanas tomaron la decisión de acercarse a Dios, su padre vivía en el extranjero. Por ello, no le importaba la nueva fe de sus hijas y su esposa o que asistieran a la iglesia. 

Pero todo cambió cuando regresó a Sri Lanka. El padre de Shani y Sasha les prohibió reunirse con otros cristianos. Cuando se dio cuenta de que su mujer y sus hijas no iban a dejar de ir a la iglesia, se enfadó y las amenazó. “Si no dejáis de ir a la iglesia, me iré de esta casa”. Las niñas no querían perder a su padre, así que se turnaban con su madre para ir a la iglesia en secreto.

La situación es realmente inestable porque cuando el padre conoció que sus hijas y su mujer seguían yendo a la Iglesia se marchó del hogar no sin antes golpearlas y amenazarlas con un posible suicidio. Aunque actualmente conviven en la misma casa la situación es tensa y triste, mientras las mujeres siguen escondiéndose para ir a orar y reunirse con los demás cristianos tienen una mala relación con el padre.

Las niñas afirman no querer tener que elegir entre el patriarca y Dios porque no van a renunciar a su fe.

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